Guerra

Aleksei pone su pequeña mano sobre la pantalla del televisor.

Sentado en el sofá con su abuelo, estaba viendo pasar las imágenes de edificios devastados y gente caminando sin rumbo cuando reparó en la niña que le miraba en primer plano. Desde el otro lado, asomaba su cara manchada y el pelo lleno de polvo, una muñeca de trapo tan sucia como ella bajo el brazo. Le habían impresionado esos ojos grandes inundados de asombro e incomprensión.

Sin poderlo evitar, se había levantado para acercarse a ella. Hubiera querido cogerla de la mano, traerla hasta el salón de su casa.

Unos segundos después, la imagen cambia para dar paso a otras en las que aparecen personas llorando, bajando la cabeza, abatidos, sin fuerzas. Aleksei se había acostumbrado a vivir así, con el ruido de los bombardeos llenándolo todo y aguantando el miedo de no saber qué va a ocurrir después.

-Abuelo, ¡vamos a buscarla! –dice el chiquillo, tirando de la mano arrugada.

El viejo le sonríe con ternura y tristeza a partes iguales.

-Aleksei, es otra guerra. En otro lugar.

No entiende la respuesta.

-¿Otra? ¿Qué quieres decir?  –se extraña y arruga el ceño –No importa, tenemos que traerla aquí, está sola. Hay sitio en mi cuarto para ella.

Lo que más miedo le da en el mundo es perder a su familia. De hecho, se despierta algunas noches con esa pesadilla y, durante el resto del día, le atenaza el estómago una sensación intensa de caer al vacío en un pozo oscuro y sin fondo.

El hombre, le agarra por la cintura y, no sin dificultad, le sube a sus rodillas. Se pregunta cómo puede explicarle aquello sin asustarle más aún. Sin que perciba el terror que le produce a él mismo.

-Te propongo algo: escríbele una carta para que te conozca y sepa que piensas en ella. Yo la pondré en el correo.

A Aleksei se le ilumina la cara, su abuelo siempre tiene buenas ideas. Rápido, sale corriendo en busca de lápiz y papel para ponerse inmediatamente a la tarea.

De vuelta al telediario, el anciano suspira aliviado porque el niño no ha llegado a ver la muñeca tirada entre los escombros de aquella guerra lejana.

Deja un comentario