Catedral

El viejo arquitecto había pasado toda la noche en vela.

Se acercaba el momento. La vista fijada en el horizonte, ni un pestañeo. Debía captar el lugar exacto por el que apareciera el primer rayo de sol. Justo ahí, comenzaría el proyecto final de su vida, una catedral que veía tan claramente en su interior y con tanto detalle, que se le hacía muy difícil volver al páramo sin vida en el que se encontraba.

La luz empezaba a llegar y él, con la estaca y el martillo preparados, listo para marcar el inicio de todo. Pasadas las horas, buscaría el ocaso que cerraría la construcción y abriría su último sueño.

En sus ojos, la aurora empezaba a brillar reflejada en sus arrugas y en las lágrimas de pura emoción que llenaban su alma.

Colocó el listón y, conteniendo la respiración, se preparó para asestar el primer golpe.

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