Tarde de mar

La niña camina descalza por la arena, intentando evitar las piedras que puedan dañarle los pies y escabulléndose de la ola que le moja el vestido más de la cuenta…. Aunque ríe encantada cuando calcula mal y termina empapada.

Hay una chica que escudriña el horizonte, imaginando qué habrá detrás, qué aventuras podría vivir lejos de aquella costa y se pregunta si el mundo la estará esperando.

Una mujer sonríe plácida, dejando que sus pies se hundan en la arena, fusionándose con ella, sintiendo el frío del agua y la espuma que se abraza a sus tobillos. Se coloca el chal que cubre sus hombros e inclina la cabeza para llevar la mejilla hasta el tejido cálido y suave.

La anciana sentada en la orilla deja llegar el océano hasta ella y alza la mirada al cielo con melancolía, satisfecha con una vida que le devuelve continuamente a esa playa de su niñez. Cierra los ojos y deja que el viento agite sus arrugas y sus canas, y piensa que todo mereció la pena. Está en paz.

Mientras, el mar continúa su movimiento eterno sin detenerse en la vida que lo contempla.

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