Silencio

El silencio lo inunda todo.

Rotundo, azul y frío. Imponente.

A lo lejos se escucha algún murmullo de olas o un pedazo de hielo que se desprende con un ruido bronco. Una música sin notas, un compás continuo y sin variaciones. El silencio antártico, como ningún otro, tiene entidad propia.

El sentimiento de pequeñez es brutal, abrumador.

Parece que fuera el fin del mundo, el límite de toda frontera conocida, nada podrá sobrevivir más allá, salvo la luz cegadora que se refleja desde todos los ángulos. El tiempo detenido.

Y, sin embargo, el abrazo del invierno absoluto reconforta el espíritu. Ofrece protección a cambio de tu alma misma. Y con gusto se la cedes.

Un sueño cálido que te atrapa y te consuela.

El silencio te devuelve a casa.

La épica del Polo Sur

Acuarelas De Santos

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